Friday, February 9, 2007

Néstor Kirchner y Hugo Chávez: El último tango


Jolguer Rodríguez Costa
TalCualDigital.com

Uno “político”; el otro, “mediático”. Unidos por el petróleo, alejados por el marxismo, y en la búsqueda del mismo liderazgo regional. Mientras el venezolano se radicaliza, el argentino maniobra militarmente junto a EEUU

La luna de miel en Mar de Plata va quedando en el olvido. En el vaivén de los últimos acontecimientos Estados Unidos gana espacio. Como dice Joaquín Morales, periodista del diario La Nación de Buenos Aires, Joaquín Morales: “Bush está ganando batallas en América Latina sin tomarse el trabajo de librarlas”.

Esta vez, Hugo Chávez tocó la fibra de la “explosiva personalidad” de Néstor Kirchner, quien debe tener fresca en su memoria aquella cumbre de Asunción, en la que no sólo no fue invitado, sino que se vio sorprendido, junto con Lula, cuando el comandante venezolano ofreció suministrarle energía a Uruguay y Paraguay. Tampoco debe olvidar la propuesta chavista, hecha de golpe, de ofrecerle a sus vecinos un gasoducto particular. Ahora, el “señor K” teme que, bajo la misma cadencia ideológica, Chávez atente contra el Mercosur, la paz interna argentina y hasta su liderazgo en la región: “proyecto subyacente nunca confesado por Kirchner”, asegura Morales.

Aun cuando políticas distintas y más conciliadoras plenan la Casa Rosada, paradójicamente se configuran grandes diferencias –y peculiares semejanzas– entre Néstor Kirchner y Hugo Chávez. Las primeras parecieran vislumbrar climas como el de la reciente reunión en Brasil.

En lo económico, Argentina coincide con Venezuela en haber agregado 10 puntos a su PIB, pero la nación sureña ha bajado realmente la pobreza y el desempleo. La izquierda argentina sostiene que eso no hubiera sido posible de haber eliminado el peor nivel salarial en su historia. Pese al sacrificio popular, Kirchner ha labrado una significativa mayoría desde el 2005. De hecho, experimentó un aumento de su popularidad, en el último mes, de 15%. Un logro, si tomamos en cuenta que “restituyó la autoridad presidencial”, luego de los traumáticos gobiernos que sucedieron a la “nefasta” presidencia de Carlos Menem.

El mandatario argentino tiene, también, su versión habilitante. Controla la mayoría de ambas cámaras del Congreso y prefiere –y es lo que critica la oposición– hacer uso de las facultades legislativas del poder ejecutivo, lanzando decretos de necesidad y urgencia, “en lugar de seguir los trámites ordinarios previstos para la sanción de las leyes”. Desde su asunción en el 2003 hasta hoy, 220 de las 337 leyes fueron sancionadas apelando a estos decretos. Podría superar al mismo Menem, quien firmó 545 decretos durante sus diez años de mandato.

En medio de esta excepcional cuota de poder, ha sido acusado de entregar, a través de uno de estos decretos y al genuino estilo nepotista de la República bolivariana, un lote de tierras a amigos y parientes -incluido él- , en la región de El Calafate.

Abogado de 56 años, peronista de izquierda -punto inicial de la admiración de Chávez-, el presidente Kirchner ha sido, también, señalado de intolerante hacia la libertad de expresión. Despidió a Andrea Prodan como enlace entre el ministerio de Defensa y el Parlamento. “Si terminamos hablando con cuatro personas, caeremos en un totalitarismo absoluto”, advirtió la mujer.

El semiólogo argentino Eliseo Verón sostiene: “Kirchner, que es un político, cada vez que habla se enoja con los medios, pero no los explota en su propio beneficio, como Chávez, que es mediático y aparece todo el tiempo y, según un contexto como el venezolano, recibe buenos réditos, sobre todo en las clases bajas”.

La opinión pública argentina destaca su tendencia a leer informaciones adversas a su gobierno y realizar comentarios irónicos contra los medios y los dirigentes opositores referidos en las noticias. El periodista Morales ensambla otro punto de encuentro con Chávez: “Hacerlo enojar es una de las cosas más fáciles de este mundo... no sabe contenerse ni existe un ser vivo capaz de contenerlo”. Y describe una descarnada analogía: “Los monólogos de Kirchner frente al micrófono recuerdan a los viejos caudillos latinoamericanos, que usaban el balcón para su diálogo directo con la sociedad. Nunca hay un periodista que le formule una pregunta incómoda sobre sus muchas contradicciones”.

Parecidos o disímiles, Estados Unidos cobra esta vez. Especialistas, como María Teresa Romero, estiman que “igual que Lula, e incluso Daniel Ortega, Kirchner prefiere mantener mejores relaciones con el imperio, “en la medida que Chávez se radicaliza y se da cuenta que su país podría atravesar por conflictos internos, sobre todo con los grupos de izquierda radical”. Otros internacionalistas alegan que su posible identificación con el discurso chavista podría acabar con el Mercosur y, por ende, con su liderazgo continental.

Atrás quedó el júbilo de Mar de Plata, donde compartieron críticas hacia EEUU en plena faz de Bush; y también su última visita a Venezuela, en julio de 2006, cuando, en presencia de Evo Morales, retomó las ideas de Bolívar y San Martín en pro de una “América bolivariana”. Hace un año, en plena onda integracionista, Kirchner ratificaba a Clarín y Página 12 su agradecimiento a Chávez por los “muy buenos gestos” solidarios y energéticos con la Argentina. En consecuencia, criticaba los “inaceptables” tratados de libre comercio. Aunque asomaba: “Con un Estados Unidos distinto, más integrado a la región, todo sería más fácil”.

Según especialistas, eso está fluyendo. A pesar de no ser tan duro como Felipe Calderón -quien prácticamente ignora a Chávez- y, más recientemente, Alvaro Uribe, el mandatario argentino, estaría en desacuerdo con la ola estatizadora del presidente bolivariano “porque debilitaría la democracia”. El primer mandatario sureño ha manifestado su negativa de estatizar, incluso, los Yacimientos Petrolíferos Fiscales argentinos. La sugerencia al jefe de Estado venezolano fue precedida del pronunciamiento del número dos del Departamento de Estado norteamericano, John Negroponte, quien fue, obviamente, más directo: “Chávez es una amenaza para la democracia en América Latina”. Romero complementa: “Kirchner pareciera tener la clara percepción de que Chávez sería un peligro para el Mercosur, por su tendencia a dominarlo y politizarlo, pero Brasil y Argentina, que mantiene la batuta, no lo permitirán”. El periodista Morales lo había previsto: “Chávez, el mismo que dinamitó la Comunidad Andina de Naciones (CAN), fue invitado por Kirchner a reuniones donde no debía estar como miembro pleno del Mercosur”.

A nivel regional, Kirchner ha consolidado su identificación con Lula, Tabaré Vázquez, Evo Morales y Michelle Bachelet. Simultáneamente, mantiene ejercicios militares conjuntos en territorio argentino y su adhesión a la “lucha contra el terrorismo” propugnada por George Bush.

En el Copacabana Palace de Brasil, donde se alojaron los jefes de Estado que participaron en la cumbre del Mercosur, Kirchner, más templado que Lula, le requirió moderación a Chávez, quien -según analistas argentinos- quiere alejar la referencia integracionista del evento para darle un tinte de confrontación ante el ALCA. De paso, Kirchner sólo celebró la idea del ALBA, y el resto lo dejó en la retórica.

Es posible que Chávez no varíe su posición hacia el Mercosur, dada la evidente contradicción entre las medidas económicas de libre mercado y la polémica política económica del pregonado socialismo del siglo XXI, sobremanera las nacionalizaciones. En contraste, el mandatario argentino, estila cenar con los empresarios más importantes de su país.

De momento, en medio de la sigilosa lucha de ambos por el liderazgo regional o, como dice Chávez, para “consolidar la integración”, el 20 de este mes, Néstor Kirchner será recibido en Venezuela para seguir cambiando petróleo por ganado y vender bonos argentinos... mientras discurre el último tango, con acordes de samba y cueca.

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